Esto hace que el tema, ya de por sí
candente, vuelva a retomarse en sus diferentes opiniones. Sabemos que hay
autores que con mayor o menor autoridad critican y niegan la existencia de este
trastorno, mientras que otros defienden todo lo contrario, como por ejemplo el psiquiatra Paulino Castells. Este hombre, “doctor
en Medicina y Cirugía, psiquiatra y profesor titular de Psicología de la
Universidad CEU de Barcelona no
titubea a la hora de acallar a quienes se atreven a asegurar que el trastorno
por déficit de atención, con o sin hiperactividad, conocido por sus siglas
TDAH, no existe.”
“Se pronuncia como respuesta a algunas declaraciones, como las realizadas por María Acaso, autora de rEDUvolution, quien afirma que «no existe Trastorno de Déficit de Atención, solo niños aburridos en clase»; o del sobrino nieto de Sigmund Freud, cuando apunta que el «TDAH es un invento».
«Sí existe —puntualiza
Paulino Castells—. Afirmar lo contrario
es una opinión gratuita que no puede apoyarse en ninguna
argumentación científica al respecto». Añade, además, que negar su existencia
es crear «una innecesaria alarma al
colectivo de familias que desgraciadamente tienen algún miembro
tratado por este trastorno y que ha sido, previamente, diagnosticado con toda
certeza».
Señala que otra
cuestión es que haya una «sobrediagnosticación»
de este trastorno que parece estar tan de moda en los últimos años, lo que
conlleva a una «sobremedicación» que
puede estar a todas luces fuera de lugar.
«En esto sí que estoy
plenamente de acuerdo —asegura Paulino Castells—. Coincido con los colegas de
profesión que denuncian la profusión de pacientes que pululan etiquetados de
TDAH y que están sujetos a la “pastillita de portarse bien”. Pastillita
que, por cierto, parece que ya recetan algunos maestros a los padres de los
niños revoltosos y distraídos que tienen en el aula, con el consabido
sonsonete: “Oiga, ¿cuándo le dará usted a su hijo la pastillita para que esté
calmado y no me altere la clase?”».
El problema, según
este psiquiatra, es que «actualmente cualquier niño excesivamente movido y
bastante distraído no se libra de que le pongan con rapidez la “pastillita” en
la boca».
Asegura que estamos
inmersos en la sociedad de la inmediatez, de solucionar los problemas al
momento sin preocuparnos realmente en averiguar cuál es la causa de los mismos.
«Por desgracia, pocos se detienen a pensar y dilucidar si la conducta del niño
en cuestión se debe a “un problema educativo”; es decir, de que nadie le ha
enseñado a estarse quieto y prestar atención, lo que es remediable con unas
pertinentes pautas educativas que impartirán los padres por consejo de los
psicólogos o pedagogos. O bien, que se trate de “un trastorno orgánico”; es
decir, una alteración en el nivel de los neurotransmisores cerebrales que debe
tratar, inexorablemente, el médico especializado en estos casos».
Pero,
¿hay alternativas a la medicación para el TDAH? «Sin duda —asegura
rotundo—. Existen una serie de pautas dietéticas, suplementos alimentarios,
programas conductuales, etc., que permiten desplazar o aplazar el tratamiento
medicamentoso, si no es estrictamente imprescindible». Reconoce, asimismo, la
gran eficacia terapéutica de estos fármacos específicos que hay en la
actualidad para el TDAH… «siempre y cuando estén bien indicados», puntualiza
este psiquiatra.”
Como orientadores hemos conocido ambos casos: alumnos con déficit de atención y/o una hiperactividad, como comúnmente se le llama, y alumnos que necesitan aprender normas y pautas de comportamiento adecuados porque en su casa no se las han enseñado por motivos diversos.
Afortunadamente contamos con muchas personas que trabajan con estos trastornos y que elaboran materiales estupendos para niños, padres y docentes. Una pequeña muestra de ello son las siguientes guías:
De la Fundación ADANA:
De la Universidad de Córdoba:
De la Asociación Elisabeth d´Ormano:
De nuestra comunidad autonomía, en colaboración con la Asociación CALMA:
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