Después de las vacaciones de Navidad y tras la vuelta al colegio, es el momento oportuno para revisar nuestro proceder como adultos y preguntarnos si –seguro que con la mejor intención- hay algo que no estamos haciendo del todo bien. Regalamos más de lo necesario, entre Papá Noel y los Reyes Magos, observando con perplejidad cómo los niños y niñas parecen no colmarse, ni agradecer todo cuanto tienen alrededor. Sin querer, les trasladamos las dinámicas consumistas que nosotros tenemos interiorizadas, sin percatarnos de los efectos negativos que éstas pueden tener en los más pequeños.
¿De qué peligros estamos hablando?
* No pueden apreciar tantos regalos y pierden la ilusión. Esto puede desembocar en egoísmo y caprichos.
* No valoran lo que reciben y piden juguetes por la satisfacción de tenerlos, más que de disfrutarlos.
* Su frustración e insatisfacción pueden aumentar el día en que no reciban lo que ellos esperan.
* Valoran la cantidad recibida, no el valor simbólico.
Lo ideal es la fórmula de los cuatro regalos: algo para leer, algo para ponerse, algo que necesiten y algo que deseen.
Si os interesa seguir indagando al respecto, podéis consultar este enlace:
https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20181227/regalos-navidad-2018-juguetes-7220912
En este mes de enero, los padres han de tener como prioridad educativa sobre sus hijos, solicitar una tutoría en su centro educativo para obtener una valoración de los aprendizajes de los niños. Es esencial conocer si su rendimiento educativo ha disminuido, cuáles han sido los aprendizajes no adquiridos para poder ayudar desde casa. Del mismo modo conviene interesarse por los exámenes que no han sido superados, que aprendizajes fueron los que no ha podido el niño alcanzar con fluidez.