Vivimos
en una sociedad cambiante. Todo es rapidez, velocidad, imágenes, estimulación e
instantaneidad. Parece una pérdida de tiempo dedicar algo de tiempo a pensar,
hablar, sentir o aprender. Lo que queremos, lo queremos ya, y además lo
queremos todo porque tenemos derecho a todo. Pero muy pocos nos paramos a
pensar que las cosas llevan su tiempo, que no podemos tener todo, ni tenemos
derecho a todo. Entonces aparece la frustración, las malas conductas, los
fracasos y los problemas.
Con
los niños ocurre lo mismo, pero no tienen nuestra perspectiva vital y para
ellos es lo normal. Por eso es importante el trabajo de padres y profesores
para relativizar las situaciones y enseñarles el valor del esfuerzo, la
dedicación, el empeño y la superación personal.
Los
traumas infantiles no se crean por un suspenso, un negativo, una corrección o
una recriminación, porque tengan que repetir un escrito o porque tengan que
leer siete veces un texto para entender lo que pone. Me parece mucho más
peligroso intentar evitarles todos los fracasos, sufrimientos y conflictos; y
mucho peor aún evitarles las responsabilidades de sus actos, porque crecerán en
la impunidad y no tendrán mecanismos propios para afrontar los problemas de sus
vidas.
Esta
“velocidad vital” hace que necesitemos resolver nuestros problemas de la forma
más rápida posible: tengo fiebre, me tomo un antitérmico; no puedo dormir, me
tomo una pastilla; me siento triste, me tomo una pastilla; estoy estresado, me
tomo una pastilla; mi hijo no para, es hiperactivo y le ponen medicación…
cuando posiblemente con una mejor higiene del sueño, un cambio en mi estilo de
vida, una mejor alimentación o una normas bien señaladas y mantenidas podrían
solventar la situación, aunque es cierto que no de forma tan rápida y aséptica.
Este
pensamiento viene como consecuencia de la lectura de una entrevista realizada a
Allen Frances, un psiquiatra americano que supervisó la edición del DSM-IV,
publicado en 1994, y que está en contra de algunos aspectos de la 5ª edición
porque considera que desde la 4ª se viene abusando del uso de medicación en las
enfermedades mentales, y especialmente, que se está considerando enfermedades a
situaciones vitales dentro de la normalidad, pero que pueden ser desagradables
o mal vistas.
Comenta
este psiquiatra que las empresas farmacéuticas están ejerciendo una gran
presión y una gran influencia a todos los niveles, y que debido a ello nos
medicamos más de lo que necesitamos. Y el resultado que se pretende es que
exista una “normalidad” oficial y
controlable. Con lo que se perderían muchas de las diversidades humanas que son
las que han ido moviendo el mundo.
Quizá
debamos pararnos a pensar un poco en lo que es más importante, o lo que va a
resultar más positivo para el día de mañana y dedicar tiempo a conocernos, a
aprender, a aprender de los errores y a disfrutar de nuestra vida, aunque no
siempre sea como en las películas, o en los videojuegos.
Mª Dolores Fernandez Zan.
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